Comprender a las personas
Hace unos meses leí un artículo en el País donde el autor describía el difícil paso de la infancia a la edad adulta, un paso que va de la seguridad sentida por los niños ante la protección que emana de los padres, a la inseguridad del despertar adolescente al ir introduciéndose en el mundo adulto, visualizando sus imperfecciones y teniendo que afrontar, no solo los retos que les supone los cambios propios del periodo adolescente, también las dudas y amenazas que conllevan las relaciones sociales, las de su futuro académico y del laboral. Unos retos que hacen que los episodios de ansiedad y depresión se disparen y puedan llegar a pensamientos suicidas.
El autor del artículo se preguntaba qué se puede hacer para ayudarlos y la respuesta es comprender, conocer las contradicciones en las que se encuentran y así poder entender lo que están viviendo los adolescentes. Indudablemente, el artículo estaba centrado en esta población y es en ellos en los que se sitúa el autor dl artículo.
Sin embargo, el título y la respuesta al mismo, me generó una reflexión de ir más allá de los adolescentes y pensar en otro periodo de la vida humana. Igual que se presentan dudas y retos en el paso de la infancia a la adolescencia, también los hay en el paso de la edad adulta a la vejez y la respuesta de qué podemos hacer para ayudar a las personas mayores es la misma, comprender, conocer lo que les pasa, qué dudas, sentimientos e incertidumbre les genera esta nueva situación de pasar de un papel de adulto empoderado con un rol concreto en la familia, en la sociedad, en el trabajo, a uno en el que los roles se tambalean y se produce falta de confianza en sus facultades por el hecho de tener más años, situándolos en el plano familiar y social como personas menos creíbles, necesitadas de los demás para desenvolverse, situaciones que generan ansiedad y depresión y que se convierten en fuentes de una gran inseguridad que afecta al propio concepto de autoestima.
Una autoestima que, con el fin de la actividad laboral, también soporta el peso social al convertirse en un ciudadano de segunda, una persona que no genera beneficios materiales para la sociedad, una persona con menos credibilidad y a la que, en el mejor de los casos, hay que ayudar, proteger y aconsejar una vida tranquila muy merecida por el trabajo realizado con anterioridad, un retiro benévolo de la circulación que repercute en el estado emocional de las personas mayores y facilita la generación de un sentimiento de soledad.
La autoestima de las personas mayores también se ve afectada por la familia, por la forma de percibirlas. ¿Cómo se siente una persona mayor cuando es cuestionada por los hijos ante la forma en la que gestiona su patrimonio, cómo se siente cuando se insiste en que ya es hora de dejar de conducir para evitar tener algún accidente, cuando la realidad es que no ha tenido ninguno en los largos años de vida profesional, qué pasa cuando es criticada por la forma desenfadada de vestir, por su manera de…qué pasa cuando los hijos quieren gestionar la vida de los padres, qué sienten las personas mayores ante estas muestras de desconfianza?.
El paso de la edad adulta a la vejez es también difícil, un paso que va de la seguridad sentida por los adultos al ser los protectores de los hijos, los que proporcionan los medios de vida a la familia, valorados como padres, como pareja, como trabajadores, como ciudadanos, a la inseguridad que genera el introducirse en esta etapa del ciclo vital, viendo cómo las fuerzas decaen, cómo se transforma su apariencia física, cómo tienen que afrontar, no solo los retos que les supone los cambios propios de este período, también el descenso de las relaciones sociales, unos retos que hacen que los episodios de ansiedad y depresión se disparen y contribuyan a un sentimiento de malestar y decaimiento del estado de ánimo, generando un deterioro de la calidad de vida.
La respuesta a qué se puede hacer para ayudar a las persona mayores es la misma que en el caso de los adolescentes, comprender, conocer las contradicciones en las que se encuentran, entender lo que están viviendo las persona mayores, favorecer su bienestar psicológico de manera que el beneficio alcance no solo a ellos, también a la sociedad.
Trinidad Bernal Samper
Directora de Fundación ATYME