Dar respuesta a la situación de los mayores
Este artículo forma parte del nº 23 de la revista "Mediación y Cambio" y se vuelve a publicar en el blog de la Fundación ATYME con motivo de la celebración del "Día Internacional de las Personas Mayores" el 1 de octubre de 2020.
Todos deberíamos reaccionar ante lo que está pasando. Somos un país especialmente solidario, y ayudamos a personas que no conocemos en otros países del planeta especialmente desfavorecidas, a través de la inmensa labor de las misiones religiosas y organizaciones internacionales a las que pertenecemos. En el ámbito de nuestro país, de forma más individual, titánica, ejemplos como el del padre Ángel dan consuelo y alientan la esperanza.
Pero además de la empatía debemos recordar la palabra gratitud. ¿Cómo olvidar lo que significó la pensión que recibían nuestros abuelos y que destinaron sin dudarlo en la sostenibilidad de sus familias en estos años pasados de la crisis? ¿Cuántas hipotecas y necesidades básicas han sido atendidas con la generosidad de los mayores? ¿Cuántas veces han echado una mano, o las dos, en casa recogiendo a los que son hoy nuestros jóvenes en el colegio o llevándoles al médico o a jugar en el parque porque, en la sociedad actual donde trabajan fuera de casa tanto el padre como la madre, ninguno de los dos podían hacerlo desde sus obligaciones laborales?,¿Cómo es posible que una sociedad solidaria como la nuestra, de la que nos sentimos orgullosos, no responda en todos los ámbitos humanitarios con su mejor ADN?
En los días cercanos a esta última Navidad, la escultura hiperrealista “La última persona fallecida en soledad” ubicada en Bilbao denunciaba la falta de atención ante la soledad y el aislamiento que viven los mayores. Mercedes, la protagonista de la campaña, hace tiempo que vive, como tantas otras personas, con un único contacto social semanal que recibe de una voluntaria de Cáritas. La sociedad vasca ha respondido. Se puso manos a la obra creando una plataforma para conectar a familias con personas mayores que viven en soledad no deseada para, de una manera respetuosa con los ritmos emocionales de cada cual, compartir el calor de un hogar en las celebraciones de la Navidad, tan simbólicas en nuestra cultura.
Más allá de la imprescindible atención que debería haber prestado ante esta situación la política, la de atender a personas que tienen hogar, pero están solas, y en muchos casos desatendidas, esas familias vascas activaron su corazón. Desde un ámbito geográfico, local o autonómico, desde todos los sectores posibles y con lo mejor de cada casa y caso, hay que ponerse en acción sumando a la responsabilidad que corresponde a lo público. Todos debemos seguir los mejores ejemplos para, cada uno según sus posibilidades, dar respuesta a esta grave situación.
Desde la RSC de KALAM estamos estudiando crear una plataforma, operativa y funcional, para facilitar que mayores compartan su vivienda con jóvenes, en un trueque basado en la ayuda mutua, a veces un mero acompañamiento, otras intercambiando el alojamiento por ayuda doméstica, salidas a pasear, en definitiva, lo que haría un buen hijo. Si lo logramos, será una buena noticia para celebrar el aniversario de la Fundación ATYME, que gestionará estos servicios como fundación social volcada en la mediación para evitar conflictos, en resolver problemas. Esta plataforma debe tener la mayor proyección posible para poder llegar a este inmenso colectivo, en el que se manejan dígitos que estremecen, y debe contar con los suficientes medios de control para minimizar riesgos para esas personas, en muchos casos muy vulnerables.
Mi preocupación por ellos es también una muestra de gratitud y admiración por su esfuerzo y la gran labor que pueden seguir desempeñando. Con la hoja de servicios que a tantos les avala, creo en el potencial que pueden seguir aportando a la buena gestión de la sociedad civil en general y/o a una empresa en particular; son esas personas que sintiéndose fuertes -y las expectativas de esperanza de vida en nuestro país lo avala- han llegado sin embargo formalmente a una edad por la que son consideradas mayores para continuar en el mercado laboral. Los que me conocen creo que pueden decir que los mejores puestos de nuestra empresa están cubiertos por hombres y mujeres, jóvenes y mayores, sin que haya razones de género o edad para el buen desempeño de las responsabilidades más determinantes.
Antes he mencionado al padre Ángel, que ya ha cumplido 82, y en esta semana, reunido con un ejecutivo del Banco Santander, recordábamos los enormes éxitos que Emilio Botín consiguió para su banco. Bien cumplidos los 60, incorporó a Banesto, posicionando muy pronto su banco del quinto en el ranking a nivel nacional al primero, siendo un coloso a nivel global cuando llegó la crisis, y según creo recordar logrando el mayor beneficio de ningún banco a nivel mundial cuando ya estaba cercano a los 80 años.
Cada vez que se nos ha jubilado un maestro de obras, más allá del afecto personal al que a menudo llegamos, y por supuesto de otros puestos cercanos, como técnicos con los que he compartido muchos día a día, también por lo estrictamente profesional, el perderlos me es muy lamentable. No puedo entender esas organizaciones que basan, exclusivamente y con una visión cortoplacista, su rentabilidad en prejubilar a los que por otra parte han contribuido -y seguro pueden seguir haciéndolo- a la prosperidad de su empresa. Creo en el enorme valor de la experiencia, acompañada en muchos casos de ilusión y compromiso para resolver de forma medida y responsable situaciones que a veces se dan en nuestra actividad. Posiblemente, no mantengo el mismo empuje que a los 30 años cuando constituí KALAM, pero de ninguna manera entonces estaba preparado como hoy para dirigir, para resolver, para emplazar mediante el ejercicio de un compromiso solvente, que también se gana, al cabo de los años con el saber hacer que cada cual ha podido ganar.
Sirvan estas líneas para alentar a colegas que se dejan llevar, creo yo, por tendencias y presten más atención a profesionales que están fuera del mercado laboral antes de tiempo injustamente y también equivocadamente desde el punto de vista de lo que pueden aportar a la empresa. Y también a los políticos para que, de verdad, faciliten las cosas y, con independencia de la atención que tenemos que dar al desempleo en general, también el de los jóvenes, se incentive de verdad por fin, después de tantos años, la contratación de mayores, ello sería bueno para el país, tanto desde el punto de vista social como del económico.
¿Ha presidido mal Amancio Ortega la empresa de mayor éxito de nuestro país, más allá de que cumplidos sobradamente los 80 se mantiene al pie del cañón? ¿Están equivocados todas esas personas que a nivel mundial piden hora para ser atendidos en el Monte Sinaí por nuestro admirado cardiólogo Valentín Fuster, la mayor autoridad mundial? Y así suma y sigue.
¡A qué esperamos para verlo!