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El apoyo de los abuelos en las familias es fundamental pero debe ser voluntario y consensuado

Comunicación Fundación ATYME.

Vivir más y en mejores condiciones abre la posibilidad de que los adultos mayores se sigan ocupando de sus hijos adultos que, por diferentes motivos, terminan volviendo acompañados de sus propios hijos y problemáticas.  Estos motivos pueden ser económicos o personales: desempleo, inestabilidad laboral, falta de conciliación laboral, precariedad salarial, divorcio, discapacidad, etc. El caso es que conllevan a que muchas personas dependan de la ayuda económica y/o logística que proporcionan los abuelos para poder subsistir; incluso hay muchas familias que dependen únicamente de los ingresos que reciben los abuelos, por lo que, no solo ayudan a los padres con el cuidado y la educación de los nietos, sino que son los principales sustentadores de la economía familiar.

Siete de cada 10 abuelos españoles participan en el cuidado de sus nietos y un 89% mantiene "relaciones familiares estrechas".

Esta situación ha supuesto una carga adicional para los abuelos en España, que terminan manteniendo a los hijos adultos y a los nietos, bien en la propia casa o ayudando a que éstos puedan vivir independientes, lo que ha llevado a un empobrecimiento de esta población. Según el Libro Blanco del Envejecimiento Activo del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, y del IMSERSO del 2011, siete de cada diez abuelos españoles participan en el cuidado de sus nietos y un 89% mantiene "relaciones familiares estrechas”. Esto demuestra el papel fundamental de los abuelos en las familias, pero también una situación preocupante para la calidad de vida y autodeterminación de los mayores.

Según Trinidad Bernal, directora de la Fundación ATYME “antes, los abuelos tenían mayor independencia y podían elegir estar más implicados o no en el núcleo familiar; era elección de ellos tener un papel más activo en las familias de sus hijos; ahora, por el contrario, en general son pieza clave para muchas familias. Los abuelos no sólo son un soporte económico, también tienen un papel prioritario en la educación de los nietos”.

El 30% de los abuelos y abuelas que cuidan de sus nietos afirman que la decisión de hacerlo proviene de sus hijos y no de ellos mismos.

Trinidad Bernal aconseja que este apoyo debe ser voluntario y los hijos adultos deben permitir a los mayores tener tiempo y recursos para vivir sus propias vidas, desarrollar sus pasatiempos, deporte, viajes y otras inquietudes que el adulto mayor sigue teniendo. Es preocupante que, según un estudio elaborado por la Asociación de Servicios Integrales para el Envejecimiento Activo (SIENA), el 30% de los abuelos y abuelas que cuidan de sus nietos afirman que la decisión de hacerlo provine de sus hijos y no de ellos mismos. 

Nuevos roles familiares, nuevos conflictos que requieren de mediación.

Las circunstancias sociales mencionadas anteriormente también crean cambios en los roles que desempeña cada miembro de la familia. El tener un papel relevante en la educación de los nietos ha hecho que surjan nuevos conflictos entre padres e hijos, ya que, en general, los abuelos suelen ser más consentidores que los padres porque la diferencia de edad hace que se vean los comportamientos inadecuados de los niños con mayor distancia. El mayor equilibrio emocional de los mayores ayuda a comprender mejor el comportamiento de los nietos, y el problema puede surgir si esa manera benévola de tratar a los nietos conduce a que los padres piensen que los niños los desobedezcan. Por ello, es prioritario que padres y abuelos se reconozcan como aliados para enfocar juntos la educación de los niños. 

Este nuevo escenario familiar puede generar conflictos ocasionados por la convivencia entre generaciones distintas o por la lucha de autoridad frente a los niños, que ponen en peligro la armonía familiar y suponen nuevos retos, como poner en cuestionamiento los estereotipos mantenidos sobre las personas de edad y, en concreto, el papel de los abuelos.

Para abordar estos conflictos en el mundo de las familias se requiere de una muy buena comunicación, de nuevas vías de solución, fórmulas que ayuden a gestionar los conflictos de forma pacífica y constructiva, pero que también promuevan que las personas mantengan el control en las decisiones que les afecten. Fórmulas que fomenten la seguridad personal, eleven la autoestima y garanticen la capacidad de autodeterminación de las personas mayores. Una de estas fórmulas es LA MEDIACIÓN.