Encuentro mediado: Relaciones sociales y ocio. Una pareja necesaria para un envejecimiento saludable
Ana Margarito nos ha deleitado a las personas asistentes en torno a un café con una intervención inicial donde ha remarcado lo importante que es no sentirse solo y cultivar las relaciones sociales y el ocio, para evitar enfermedades, sentirse bien y estar conectados con otros como una necesidad vital.
Ha continuado preguntando al auditorio sobre qué diferencias encuentran entre tiempo libre y ocio, pues con el avance de la edad en la población, cada vez se cuenta con mayor tiempo de vida para dárselo a los años. También ha comentado que desde los años 50 el ocio se ha utilizado como terapia para una mejor recuperación física y psicológica y que el ocio no tiene edad y favorece un envejecimiento activo.
A partir de aquí se ha generado un coloquio donde los asistentes han hablado en un clima distendido sobre lo importante que es saber planificar el tiempo de ocio cuando se llega a una edad donde se dispone de él, siendo este enriquecedor para la persona, donde cada uno ha de decidir qué tiempo de ocio le satisface o necesita. También se ha abordado cómo algunas personas aprovechan a cierta edad su tiempo de ocio realizando tareas de voluntariado por el bienestar que ello les genera.
Concluimos esta primera charla coloquio presencial post Covid, dentro del ciclo de ENCUENTROS MEDIADOS que la Fundación Atyme organiza asiduamente, con diversas propuestas organizadas por DiverOsénior, con la peculiaridad de ser estas, novedosas y orientadas hacia un público mayor de 50 años, con la peculiaridad de darle un valor añadido, más allá del ámbito de la diversión para así poderlas hacer más atractivas.
La ponente despide este encuentro compartiendo dos reflexiones personales que enlazan con lo tratado en el coloquio, la primera sobre la importancia de rodearse de personas que aporten y sumen, para lo que alienta a un ocio saludable, selectivo y elegido, y la segunda, haciendo una reflexión más profunda sobre cómo podemos tomarnos la vida, bien como pasajeros ante las piedrecitas que nos encontramos en el camino hacia la montaña, o bien como rocas que suponen un impedimento para llegar a esa montaña, es decir, como un gran obstáculo.