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Aunque en los últimos años ha sido significativo el progreso en la igualdad entre hombres y mujeres, así como los avances logrados por los colectivos LGTBIQ+ —entre otros el enunciado del artículo 10 de la Constitución Española que proclama que “la dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social”— la discriminación, el racismo, la falta de respeto y los comportamientos violentos siguen estando presentes en nuestra sociedad.

Los delitos de odio, la discriminación y las agresiones por motivo de etnia, origen, sexo, orientación o identidad sexual, clase social, diversidad funcional, edad o cualquier elemento de diferencia y vulnerabilidad que conllevan la victimización de determinados colectivos no son una novedad. Estos delitos son el conjunto de expresiones que incitan directamente a la comisión de actos de discriminación o violencia u otras formas de intolerancia, y se caracterizan por la humillación e incitación a la violencia hacia un colectivo tipificado como vulnerable.

Entre los efectos más graves que suelen presentar las víctimas de los delitos de odio destacan las de tipo emocional (miedo, depresión, ansiedad, deterioro de la autoestima, insomnio, pérdida de confianza en sí mismo, etc.), además de físicos.

Delitos de odio

A pesar de haber existido siempre, los últimos datos sobre delitos de odio no son esperanzadores. La Agencia de los Derechos Fundamentales de la UE (FRA) ha realizado una serie de encuestas que indican elevados niveles de discriminación en la UE. Estas encuestas también señalaron ámbitos de la vida en los que la discriminación se percibe con más intensidad, como son buscar trabajo, alquilar o comprar un piso, y el acceso a distintos bienes o servicios.

El racismo sigue siendo un problema social muy presente en España: los últimos datos indican que la tasa de discriminación racial o étnica es del 30,7% (CEDRE,2020). La importancia que los delitos de odio han adquirido en los últimos tiempos en nuestro entorno social y cultural es innegable: son comportamientos que atentan contra toda la sociedad en su conjunto y ponen en serio peligro la pacífica convivencia. Esta fractura social alimenta el miedo a la diferencia e intensifica la fragilidad de los valores. A través del barómetro del CIS 2019 es posible comprobar cómo se ha producido un aumento en la preocupación de la población hacia la inmigración y son diversos los estudios que indican que en los últimos años se ha producido un aumento de los discursos xenófobos.

El discurso de odio configura la manifestación pública más común de racismo, xenofobia e intolerancia, por lo que debe ser especialmente vigilado y controlado. Existen estudios acerca de la importancia en los datos que tiene la infra denuncia. Según un estudio Infra-D (ACCEM) nos encontramos con que la infra denuncia en España es del 82%. Es decir, la gran mayoría de las personas que han experimentado algún episodio de discriminación racial deciden no denunciar, no quejarse o no hacer una reclamación. Las principales razones son pensar que la denuncia no sirve para nada o la desconfianza en las instituciones (ACCEM, 2023.)

Edadismo

En los últimos años, la discriminación por motivos de edad se ha convertido en uno de los principales motivos de discriminación más generalizados. Los estereotipos negativos existentes y perpetuados en la sociedad —entender el envejecimiento de forma negativa pensando que las personas mayores son dependientes, incapaces de tomar decisiones por sí mismas y que, por tanto, representan una carga para sus familias y para la economía— desencadenan comportamientos de claro menosprecio, abuso o violencia hacia las personas mayores. La OMS ha manifestado que estos comportamientos violentos son un problema de gran magnitud —el envejecimiento de la población es una realidad mundial, más aún en España— del que se desconoce su verdadera dimensión, pues se cuenta con muy poca información e investigación al respecto.

Nuevas tecnologías

La transición digital y el desarrollo de nuevas tecnologías también plantean nuevos retos para la igualdad y la no discriminación, pero pueden ser fuente de problemas si no se acotan de manera suficiente y adecuada. La Comisión Europea ha publicado recientemente un Código de Conducta para la Lucha contra la Incitación al odio en Internet. Aun así, la incitación al odio en internet no deja de aumentar. El conocido como bullying racista y xenófobo está presente en los centros educativos de forma creciente como reflejo del aumento del racismo y la xenofobia en nuestra sociedad. Para prevenir la ciber violencia la familia necesita educación digital, apoyo, información y medios de denuncia para poder convertirse en figuras de protección y de referencia ante situaciones de violencia, fomentando así la confianza dentro de la familia.