"Para dialogar, preguntad primero; después… escuchad” (Antonio Machado)
Detrás de un trabajo de mediación, en cualquier campo o área personal y social, hay un desarrollo democrático. ¿Por qué? Porque la democracia no es solo un procedimiento, es un sistema cultural de relaciones individuales y, sobre todo, de relaciones sociales, donde hay que estar constantemente profundizando. Los pueblos y las comunidades que más admiro son aquellos en los que se observa que, entre sus objetivos y compromisos, se encuentra la voluntad de mejorar su democracia, con mejor gobernanza, con más transparencia y más exigencia, en definitiva, desarrollando una sociedad del reconocimiento frente a otra sociedad, no deseada, del desprecio al otro.
En Filosofía existe una Escuela, la potente Escuela de Frankfurt, que en sus diferentes etapas de reflexión siempre nos ha enseñado a pensar. Pensar para conocer mejor nuestra sociedad, sus condicionamientos y condiciones sociales, y para intentar transformarla a mejor, cualitativamente a mejor. Recuerden a: Adorno, Horkheimer, Habermas, Fromm, Marcuse o Freud, entre otros. Desde, más o menos, los años noventa del siglo
XX, Axel Honneth, dentro de esa Escuela de Frankfurt, plantea la ética del reconocimiento en la sociedad del reconocimiento. Esa ética y esa sociedad también se está construyendo desde los trabajos de mediación que ATYME realiza entre personas y entre instituciones. Para mediar ante un conflicto hay que alcanzar un nivel de respeto y confianza de uno mismo y hacia el otro. Hay que calzarse los zapatos de uno mismo, sintiendo liber- tad y hay que ponerse en los zapatos del otro, de los otros, desde el respeto, la confianza y la aceptación de su libertad. Así se pueden superar los conflictos de intereses que muchas veces son más conflictos de no respeto y reconocimiento. Una sociedad decente es aquella que no humilla a las personas. Las mediaciones están para no humillar a nadie. Están para que las personas se reconozcan personalmente, se reconozcan socialmente y se reconozcan legalmente. El triple reconocimiento del que habla, con
otro lenguaje más filosófico, Axel Honneth. Reconocerse personalmente desde el respeto, la empatía, el afecto y si puede ser, desde el amor. “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. ¿Recuerdan este párrafo? Es el artículo 1º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Que a la vez es muy parecido al artículo 10º de nuestra Constitución. Hablan del respeto. Reconocerse socialmente para que los derechos sociales lleguen a todos sin que haya diferencias por razón de poder económico, social, de sexo, raza,... Así el artículo 2º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice: “Toda persona tiene los derechos y libertades
de esta Declaración sin distinción alguna de raza, color,sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”. Artículo que tanto se parece al 14º de nuestra Constitución. Ya saben quecasi todas las Constituciones nacidas después de la Declaración Universal, tienen una fuerte influencia, como no podía ser de otra manera, de aquel bello texto, de
aquella Carta Magna Mundial.
Y el reconocimiento legal que llega a las normas y se convierte en obligado cumplimiento, cuando la sociedad ha expresado su pensamiento democrático y su ética del respeto, dignidad, igualdad,... reconocimiento. Todos estos valores están tras el esfuerzo y trabajo de mediar para resolver los conflictos, de mediar para convertir la inseguridad en seguridad, de mediar para hacer de la violencia, paz. De eso se trata. Termino citando a otro filósofo, en este caso a una filósofa, más invisible, por ser mujer, pero muy profunda y rigurosa en sus trabajos. Hablo de María Zambrano que decía: “La paz es mucho más que una toma de postura es
una auténtica revolución, un modo de vivir, un modo de habitar en el Planeta, un modo de ser persona”.
Tras el trabajo de los y las profesionales de ATYME están todos estos valores, por eso, merece la pena apoyarles para que puedan seguir haciéndolo y apoyarles para que cada día se conozca más y se visibilice este buen hacer.
Matilde Fernández Sanz