Una idea hecha realidad
Ya hace varios años que mi cabeza lleva dándole vueltas a la idea de realizar un voluntariado, me surgieron oportunidades en varias ocasiones pero por una cosa u otra no llegaron a concretarse: quería estar segura de que iba a cumplir mi compromiso.
Es ahora cuando en la Fundación ATYME me han propuesto esta colaboración y he aceptado con muchas ganas e ilusión.
Siempre me ha gustado ayudar a las personas, todavía me emociono cuando recuerdo como un niño de 9 años acudió a mi consulta con un problema de TOC y al preguntarle por qué creía él que venía conmigo, me contestó: porque tú me vas a ayudar.
Hace unos años realicé un curso de formación en mediación, desde que la conocí me "enganchó" la disciplina y su método, sentí cuánto agradecían las personas la ayuda que, en momentos difíciles y estresantes de sus vidas, se les proporcionaba.
Afronto el voluntariado con mucha ilusión, creo que va a ser muy gratificante, que voy a adquirir nuevas competencias y habilidades, que voy a conocer personas y profesionales, que voy a disfrutar trabajando en equipo y haciendo nuevos amigos, compañeros y que voy a sentir gran satisfacción personal por conocer otras realidades que me llevarán a vivir nuevas experiencias.
Estoy segura de que me ayudará a sacar lo mejor de mí misma, que voy a sentirme útil, formando parte de un equipo, compartiendo inquietudes, aplicando mis conocimientos y capacidades con el mismo objetivo: ayudar y guiar a las personas para que mejoren su vida. Acepto el reto con compromiso e ilusión, creyendo en él, en lo que significa su misión, sabiendo a quién beneficia y la importancia de "mi granito de arena".
Podéis deducir que el fundamento que para mí tiene el voluntariado no es el de dar sin nada a cambio... Voy a recibir todo lo expuesto anteriormente.
¡Ah! Se me olvidaba, además, según un estudio del departamento de psicología de la Universidad de British Columbia de Canadá:
¡Hacer voluntariado es bueno para el corazón!, ¿Qué más puedo pedir?
Paqui Fernández, psicóloga