La trayectoria de más de 30 años nos hace sentirnos orgullosos y satisfechos porque la labor realizada ha servido para situar a la mediación en el lugar que hoy está, ha ayudado a muchas familias a seguir manteniendo una relación muy estrecha con sus hij@s y a desmontar estereotipos que dificultan las relaciones continuadas de los progenitores con estos.
Esta guía quiere hacer de faro que ilumine a las parejas que van a cambiar de ruta para que puedan, ellas mismas, llegar a puerto seguro con sus hij@s. Presenta una forma de recorrer un camino difícil, repleto de obstáculos, donde el cambio de actitud y la información son los aliados perfectos para que éste se realice más suavemente y con un menor coste para las personas.
Decidir poner fin a la relación de pareja es una de las experiencias más dolorosas con la que todos nos podemos encontrar y, a la dificultad que supone restablecer la consonancia mental entre separarse o no hacerlo, hay que añadir el que la decisión no suele ser compartida: uno llega a esa conclusión tras una larga y dura reflexión y, el otro, no puede visualizar la situación de la misma manera, teme el cambio y opone resistencia a todo lo que significa modificar su situación.
Algunas ideas equivocadas sobre la pareja y la ruptura ocasionan un mayor sufrimiento y hacen que las personas permanezcan más tiempo en la indecisión. Una de ellas es el considerar que “Familia” es igual a “Pareja” y si la pareja se rompe también lo hace la familia, por lo que la ruptura pasa a ser la causante de todos los problemas. Otra idea equivocada es que la persona que no ha decidido la separación sufre más que la que la ha tomado. Son emociones diferentes, pero igualmente duras y difíciles.
Cada vez es más frecuente observar que, personas que optan por vivir sus identidades sexuales fuera del margen normativo de la heterosexualidad, lo hagan públicamente. Aquí también se presentan ideas equivocadas, como el de creer que las parejas del mismo sexo tienen una mayor probabilidad de romper su relación porque son más inestables. No es así, lo que ocurre es que estas parejas manejan su estabilidad sin el apoyo de factores de soporte social que sí tienen las parejas heterosexuales.
Otra idea extendida es que los niños criados en hogares con dos papás o dos mamás tienen un impacto negativo del desarrollo infantil, que los niños criados en hogares de parejas heterosexuales. Sin embargo, los estudios indican que no hay diferencias ni en salud mental, ni en desarrollo cognitivo en comparación con los que crecieron en familias de parejas heterosexuales. En realidad, no existe un modelo válido adecuado. Hay que explicar a los niños que existe la diversidad porque eso es acercarle a la realidad, hay que enseñarles a afrontar que tienen dos papás y dos mamás.